sábado, 4 de agosto de 2012

Sabíamos no decirnos nada. 
Conservando en apariencia, 
una amistad consolidada. 

Sabíamos no exigirnos mucho. 
Hola. ¿Qué hacés?, 
convidame un pucho, 
que me tenés abandonada. 

Vos con tu mochila a cuestas. 
Yo con la excusa perfecta, 
para charlar de pavadas. 

Nos hizo un guiño san telmo, 
un poco de humo en el medio, 
y enloquecieron las miradas. 

Quiso el destino que esa noche hiciera frío, 
y que el ruido de los coches me hiciera hablarte al oído. 
Y si el diablo se contenta con que dudes un instante. 
Vos y yo nuestras miserias y esta noche por delante amor. 
¿Quién sabe? 

Un umbral perdido, 
y aquel bar medio vacío, 
como único testigo. 

Bridamos por el olvido, 
y el espíritu del vino, 
se fue haciendo nuestro amigo. 

Con el corazón en llanta, 
nada mejor que tu lengua, 
abrigando mi garganta. 

Y conga, conga, conga. 
Y que siga la milonga, 
que el mozo traiga otra ronda 
y que pague Dios. 

Quiso el destino que ya no hiciera mas frío, 
y sin coche y sin ruido sigo hablándote al oído. 
Y el diablo se contenta con que dudes un instante. 
Vos y yo nuestras miserias y esta noche por delante amor. 
¿Quién sabe?... 
Amor... 
¿Quién sabe?...

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